EQUIPO 1 "historia de mexico I"

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este blog fue realizado por el equipo 1 del grupo 331 conformado por Surasi Gamboa, Selene Ensaldo, Yesenia Perez, Judith Calzada, Brenda Moreno, Raquel Otero, Laura Martinez y Dario Muños. Fue realizado para todo aquel que quiera informarse un poco mas sobre el agua en la epoca colonial.

martes, 24 de noviembre de 2009

chequen tambien este video, este habla un poco mas sobre los acueductos de mexico.

http://www.youtube.com/watch?v=pc4KHiVpWPU

miércoles, 18 de noviembre de 2009



El agua de México durante la Colonia- Hipótesis
A través de los textos revisados a lo largo del curso creemos que la situación del agua durante la época Colonial fue muy distinta a la que se vivió durante la Época Prehispánica, ya que los españoles llegaron con la intención de explotar al máximo los recursos naturales, sin importarles mucho la situación del cuidado ambiental, por lo cual es posible deducir que también se vivió un proceso de deterioro ecológico con respecto al agua, es decir, sino se respeta la naturaleza, tampoco se respetara el agua, que era unos de los recursos en los que se basaban las sociedades prehispánicas.
Con un conocimiento general se sabe que durante la Colonia se construyeron grandes acueductos que permitieron el transporte del agua a distintos lugares de la Metrópoli del Valle de México, algunos de nosotros seguramente ya hemos conocido por lo menos un acueducto de los que se encuentran en el país, por lo que también unos de los propósitos de este trabajo es conocer cómo funcionaban estos y su importancia en esos tiempos.
Es importante recalcar que esperamos que a través de la lectura de estos textos sea posible analizar la situación del agua a través de la historia nacional, es decir, ver la historia de México por medio de nueva perspectiva que nos permita comprender nuevos aspectos del desarrollo de las sociedades en relación a un recurso tan importante como lo es el agua, ya que este rubro es casi ignorado cuando se estudia los cambios en las sociedades, siendo que incluso la ubicación geográfica de las ciudades y de los pueblos esta estrechamente relacionada con el agua ya que las personas se asientan siempre buscando un lugar con agua para establecerse.




El agua de México durante la Colonia
En el siguiente texto se presenta un pequeño resumen acerca de la situación del agua durante la época Colonial en México, ya que esta jugó un papel muy importante en el desarrollo del país, aunque me centrare básicamente en la zona del Valle de México, ya que fue donde la importancia del agua se dio de forma notable en la construcción de impresionantes obras arquitectónicas e hidráulicas que permitieron un mejor desarrollo urbano y que abarcó diversos rubros tales como el político, social e incluso el cultural.
Para poder comprender el uso del agua, es necesario comenzar planteando que es el agua, por lo que diremos que el agua es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida. En su uso más común, con agua nos referimos a la sustancia en su estado líquido, pero la misma puede hallarse en forma sólida (hielo), y en forma gaseosa que llamamos vapor. El agua cubre el 71% de la superficie terrestre. En nuestro planeta, se localiza principalmente en los océanos donde se concentra el 96,5% del agua total, los glaciares y casquetes polares tiene el 1,74%, los depósitos subterráneos en (acuíferos), los permafrost y los glaciares continentales suponen el 1,72% y el restante 0,04% se reparte en orden decreciente entre lagos, la humedad del suelo, atmósfera, embalses, ríos y seres vivos.
El agua es necesaria para cualquier forma de vida y nuestro desarrollo como sociedades esta íntimamente ligado al curso y formas de utilizar el agua, además de que simplemente sin este recurso nosotros no existiríamos.
Planteando la situación histórica, daremos un breve repaso por la situación hidráulica que se vivió en las culturas prehispánicas donde se logra entender como es que nuestros antepasados apreciaban el agua ya que ellos no buscaban agotar los recursos, sino, por el contrario deseaban estar en un equilibrio con la naturaleza y además se sabe que el agua se encontraba entre sus deidades, le rendían culto y le guardaban gran respeto porque era considerada la fuente de la vida.
Los indígenas desarrollaron grandes construcciones encaminadas al transporte y trata del agua para su aprovechamiento y edificaron un complejo sis¬tema de acequias, diques, albarradones, calzadas y acueductos, logrando así un control hidráulico de la cuenca. Incrementaron la construcción de chinampas en la ciudad, para poder aprovechar el agua tanto en épocas de lluvia como de sequia.
Comenzare por mencionar que desde mi particular punto de vista considero que el hecho histórico que marco el rumbo del agua en México fue la llegada de los españoles ya que ellos llegaron con sus ideas de aprovechar de los recursos al máximo sin preocuparse por mantener un equilibrio con la naturaleza, idea contraria a los indígenas que siempre procuraron mantener el debido orden de la naturaleza y que además idearon brillantes maneras de aprovechar el agua sin acabarla, ya que en el Valle de México sus sociedades se basaban principalmente en el uso del agua.
A la llegada de Cortés a México comenzó la etapa en que se planeo secar los lagos, por lo que se sufrió un enorme deterioro ambiental irreversible en la Ciudad de México, además de que las nuevas enfermedades traídas desde Europa disminuyeron en gran parte la población y proliferó la contaminación de las aguas.
La llegada de Cortés marca un punto esencial en la trama territorial de la ciudad, puesto que la conquista plantea un problema de decisión: dónde ubicar la ciudad del nuevo imperio. Había dos opciones: la primera planteaba fundar la ciudad española en un lugar diferente al que ocupaba Tenochtitlan, y la segunda opción era precisamente en el mismo lugar. Ambas opciones tenían ventajas y desventajas, y Cortés decidió quizás más en concordancia con el naciente pensamiento moderno que con el medieval: "... creyó que la ventaja política y religiosa de fundar un nuevo imperio sobre las cenizas del viejo era mucho mayor que la desventaja... Lo primero que hizo fue cegar los canales..." No importó la belleza y el funcionamiento de la ciudad, porque se trataba de una ciudad ajena, y en el fondo y en lo superficial, desconocida. Los españoles no tenían la experiencia de convivir con el agua, como es el caso de los holandeses, y sin embargo la decisión cortesiana fue superponer la nueva ciudad a la antigua. Es posible que a partir de entonces se halla iniciado el proceso de degradación ambiental del valle de México, donde se percibe una intención de modificar el entorno con la técnica disponible y con intereses de reciente cuño.
Una vez mencionados los antecedentes comenzare de lleno con el tema de la Colonia, por lo que mencionaré que lo más destacado de este período sería las marcadas diferencias que había entre la zona centro y norte del país, ya que mientras en la primera lo que se intentaba solucionar eran las inundaciones, en la segunda se encontraba principalmente el problema de la escasez de agua, estas dos aunadas al fuerte crecimiento demográfico que se dio durante esta época.
Tomando como principal punto de referencia el centro del país, es importante destacar que los españoles construyeron su ciudad sobre las ruinas de Tenochtitlán, por lo que desde un principio se comenzaron con los problemas debido a la mala planeación y ubicación de un lugar para establecer su ciudad.
El 28 de febrero de 1527, acordó derribar los árboles de la fuente de Chapultepec que tapaban el sol y dejaban caer sus hojas en el agua, lo cual nos da indicios de la poca conciencia ecológica que tenían los españoles respecto al cuidado ambiental y del equilibrio ecológico que se debía mantener entre los seres humanos y la naturaleza





Tomando como punto de partida en 1555 la inundación fue muy grande y para 1604 el lago de Texcoco se derramó sobre la ciudad además no tardó mucho en llegar la inundación de 1607.
En 1604, la ciudad sufrió grandes inundaciones que persistieron durante meses, dado que, en la cuenca cerrada, la única salida del agua era por evaporación. Se decidió entonces construir una salida artificial para drenar los excedentes hacia la cuenca del río Tula. Para ello se intentó construir el canal de Huehuetoca y cruzar el parteaguas mediante un túnel de cerca de 7 km de longitud, bajo el sitio conocido como Nochistongo, que descargaría al río Tula.
Las obras se iniciaron en 1607 y su desarrollo tomó casi dos siglos, debido a diversos problemas técnicos y burocráticos. En ese lapso se produjeron varias inundaciones de gran magnitud, dentro de las que destaca la de 1629-1635, en la que se estima murieron 30 000 personas y que un número similar de españoles salieron de la ciudad. La catástrofe fue tan grande que se pensó seriamente en trasladar la ciudad a otro sitio.
Es importante mencionar en este apartado a Enrico Martínez: este personaje posee características extraordinarias, y es punto de confluencia de intereses y encarnación de sueños.
Enrico Martínez era cristiano, hombre de ciencia y aceptaba la cosmología medieval geocéntrica -a pesar de que la obra de Copérnico, De revolutionis..., se publicó en 1543- Parece que en él se amalgaman características medievales y modernistas de una manera bastante peculiar.
Martínez fue el primer encargado del desagüe de la ciudad de México. Su hipótesis básica consistía en una especie de círculo vicioso: azolve - inundación - relleno - azolve... Decía que el fondo del lago se elevaba por materia arrastrada y depositada por el agua, lo que ocasionaba que una simple lluvia normal inundara las calles de la ciudad; entonces la única solución consistía en elevar el nivel del suelo de la ciudad, puesto que dragar el lago era imposible Y es que el proceso de deforestación en el valle estaba muy acelerado debido, en gran medida, por el uso de la madera como leña y como pilotes para las construcciones; el agua entonces podía arrastrar con suma facilidad la capa de suelo y depositarla en el lago. Se estima que la ciudad española consumía hasta 25 mil árboles por año entre los siglos XVI y XVII sólo para elaboración de pilotes. El otro factor asociado con la deforestación era el uso para la agricultura que se le daba al suelo desmontado. Martínez pronosticaba que la proliferación de ranchos y haciendas traería graves consecuencias para los alrededores de la ciudad; y no era para menos, pues se estimaba una población de mil cabezas de ganado mayor y seis millones de ganado menor hacia finales del siglo XVII
Enrico Martínez veía campos agrícolas entre Chapultepec y Tlalnepantla, zonas donde no hacía mucho tiempo los indios iban a pescar (Musset, 1996:155). Pero él mismo estaba contribuyendo a este proceso de desagüe de los lagos. Su obra no estuvo exenta de dificultades: el canal iniciado en 1607 fue suspendido, aunque consiguió convencer a Felipe II de las bondades del proyecto, a pesar del juicio adverso de Adrián Boot. La diferencia con Boot es, posiblemente, de lo más interesante en términos de investigación histórica.
Adrián Boot, de origen flamenco, fue contratado por Felipe II en junio de 1613. Cuando conoció las obras dirigidas por Enrico Martínez "declaró que todo lo que se había hecho no servía para nada. Según él, el desagüe general, era un error. Era mejor conservar los lagos..." El proyecto de Boot consistía en construir un sistema de diques al estilo de los ya existentes en Holanda. Idea contraria a la de los españoles, por lo que, finalmente, hacia 1616 se decidió en favor del proyecto de Martínez; quien con 110 mil pesos adicionales aseguraba la terminación del canal de Huehuetoca .
Parece que la idea de Boot de "restaurar" la técnica "india" para evitar inundaciones en la ciudad de México no fue bien recibida por los españoles; quizás hirió su sensibilidad, como sugiere Musset . Pero no deja de ser muy interesante la confrontación de dos proyectos con premisas diferentes: el de Martínez que implica un cambio radical de la cuenca y el de Boot que se enfoca a la conservación de las condiciones hidrológicas. Quizás en el fondo la disputa era intrascendente, puesto que la decisión ya había sido tomada por Cortés un siglo antes al decidir la localización de la nueva ciudad española. El evento es interesante en la medida que confronta dos ideas de cómo manejar un recurso natural; y es quizás también el último estertor de una llamada de auxilio en pos de una convivencia, pero que el oído español ha dejado de escuchar desde mucho tiempo atrás.
En 1629, Enrico Martínez temió que las aguas enfurecidas del río Cuautitlán destruyeran el canal de desagüe, por lo que decidió cegar la entrada; entonces las aguas siguieron el curso del sistema lacustre e inundaron a la ciudad por cinco años. El virrey de Cerralvo lo envió a prisión, acusado de negligencia; sin embargo salió libre y es que Martínez era el que más sabía de las cuestiones hidráulicas. Estos eventos muestran la ascendencia que guardaba Enrico Martínez entre sus contemporáneos, y que su "ciencia" era respetada, aun sobre la autoridad del virrey. Otra característica es humana, quizás demasiado humana: ante el diluvio, Enrico Martínez decidió cegar la entrada al canal de Huehuetoca, el que había estado construyendo, ante la sola posibilidad de que la obra sufriese un deterioro importante por virtud de la crecida de las aguas. Si bien puede argumentarse que se trató de una maniobra de preservación del túnel, lo cual podría ser medianamente defendible al considerar la posibilidad de que Martínez previó que de cualquier manera la ciudad se inundaría, y bajo esta circunstancia era preferible conservar el canal que perderlo. Sin embargo, también existe otra posible versión de los hechos: que Enrico Martínez quisiera conservar la obra porque él era precisamente el constructor y el túnel representaba el esfuerzo español de dominio sobre la naturaleza. Había que preservar el símbolo del canal.
Existía otro elemento importante. Desde la inundación de 1555, la Corona intentó cambiar la capital de lugar, ubicarla hacia Tacuba; sin embargo el intento no prosperó. Algo similar ocurrió en 1629 cuando los regidores y religiosos se rehusaron a abandonar sus casas e iglesias; adujeron que era más barato invertir cuatro millones de pesos en terminar el drenaje de la ciudad que perder las propiedades valuadas en 50 millones Adrián Boot, que seguía en la Nueva España, prefirió no emitir juicio alguno en torno a la cuestión
Pero también en la inundación de 1629 apareció una característica hasta entonces nueva. Circularon rumores de que existía un desagüe natural de la cuenca y que los indios sabían de ella; el rumor también refería que la entrada se ubicaba en los rumbos de Pantitlán. En este ambiente de optimismo y pesimismo simultáneos, el capitular Méndez declaraba su confianza en que las aguas del río Cuautitlán podrían desviarse. "Los cobardes y los pesimistas debían aprender de los holandeses o, mejor aún, de los ejemplos de «nuestra historia», cuando Moctezuma I y su pueblo padecieron inundaciones. «Amaban su patria», jamás la habrían abandonado y procedieron con energía a construir diques nuevos. Los españoles, que tenían muchos más conocimientos, podían hacerlo mejor..." . Y bajo este contexto, la presencia y actuación de Enrico Martínez adquieren una mejor definición. De una manera peculiar, Martínez era símbolo de la terquedad española por dominar la furia del agua. Se entraba en la lógica del desagüe, de un modelo importado por los españoles e implementado en el valle de México (Musset, 1996: 159). En cuanto al sentido de "patria" ya aparecen los primeros atisbos de lo que tendrá su clímax a principios del siglo XIX con la guerra de independencia.
En 1630 se emprendió el proyecto del tajo de Nochistongo, para el cual se aprovecharían 7 kilómetros del canal de Huehuetoca. En 1804, el virrey Iturrigaray ordenó la construcción de un canal para conducir agua sobrante de los lagos de Texcoco, San Cristóbal y Tlatocan: el canal se comenzó, pero no se concluyó
Para 1742 el de Zumpango lago había disminuido notablemente su superficie y además estaba ya fragmentado; los tres cuerpos más significativos se localizaban a la altura de Zumpango, Texcoco y Xochimilco: la ciudad de México ya no está en medio del lago, con esto se da un ejemplo claro de la devastación hidrológica que sufrió México durante un corto período de medio siglo y que cambió drásticamente las cuencas y formas de distribución del agua.
Durante la Colonia las haciendas se fueron estableciendo cerca de las cuencas de ríos y en el caso del valle de México la población se instala siguiendo los acueductos, ya que las mercedes de agua eran un símbolo de éxito so¬cial como en el caso de Chapultepec y Santa Fe. Es necesario mencionar que durante este período la infraestructura hidráulica se encontraba en condiciones pésimas, que además de brindar un mal servicio corrían riesgo de contaminación debido al manejo inadecuado de los desechos.
Se puede mencionar que a pesar de que el consumo de agua en la Ciudad de México era bastante alto, las personas no se preocupaban demasiado por su higiene personal, además de que la administración del agua se hacia de manera jerárquica y desordenada, donde los indígenas ocupaban los puestos más bajos y los españoles los más altos estatus.

Ocupa un lugar fundamental la agricultura porque para cultivar siempre se buscaba un lugar dotado de agua, pero estos lugares se fueron agotando por lo que se regresó a las antiguas formas de cultivo como las terrazas y las chinampas, además de que se crearon nuevas técnicas de desviación y aprovechamiento del agua, aunque presentaron problemas como el mantenimiento de la infraestructura y las inundaciones, además de que debido a la escasez del agua surgieron conflictos para controlar este recurso.


En la época colonial se construyeron obras para evitar la escasez de agua en el norte del país y para evitar inundaciones en el Valle de México, lo que significó grandes obras de ingeniería y arquitectura que dejaron un legado cultural, pero que a la vez enterraron el pasado indígena de sus construcciones y creencias con respecto al agua.

Otro aspecto de esta época es el hecho de que se le relacionaba al agua con las enfermedades, sin darse cuenta de que no era el agua quien las producía, sino la falta de higiene por parte de las personas, en consecuencia comenzó una etapa en la que se dedicó exclusivamente a drenar las aguas de los lagos en el Valle de México, lo cual acarreo serias consecuencias al medio ambiente y los sistemas hidrológicos de todo el país.
Las aguas de los lagos, aguas estancadas, dentro de la concepción española, son consideradas como una fuente de infección, al grado de que los españoles desean eliminar estas aguas mediante el desagüe; no consumen el pescado que se extrae de estas aguas, prefieren el que proviene de la costa, además de que se tenia la idea de que el agua que corría libre era sana, mientras el agua estancada en lagos es impura.
El sentido de la curación del valle de México, enfermo por el agua estancada de los lagos contenidos en su interior, implicaba, necesariamente, la destrucción del sistema hidrológico.
Por otro lado, el hecho de que los españoles eran extranjeros en estas tierras implicaba el hecho de que no les importaba cuidar el medio ambiente de la Nueva España, ya que según su manera de concebir la situación, ellos estaban actuando de manera correcta.

Debo recalcar el aspecto fundamental de que durante La Colonia las instalaciones hidráulicas se encontraban en pésimas condiciones, por lo que el agua llegaba en malas condiciones a los hogares, además la mano de obra indígena era sumamente aprovechada para poder llevar a cabo todas estas obras, porque recibían sueldos muy bajos y trabajaban durante casi todo el día, mientras los españoles se encargaban de controlar todo el manejo desde arriba.
Pero las obras arquitectónicas más relevantes de la Colonia, son sin duda los impresionantes acueductos construidos a lo largo del país y que además de mostrar el poder de construcción en la Nueva España dejaron enterrado nuestro pasado hidráulico indígena, muestra de ello son éstos acueductos, los cuales mencionare a continuación de forma cronólogica:
Acueducto del Padre Tembleque: levantado a comienzos del siglo XVI, es la obra de ingeniería hidráulica más importante levantada durante ese siglo en el continente americano. Su arcada más conocida, la que atraviesa la barranca de Tepeyehualco, se ubica entre los límites del Estado de México y el Estado de Hidalgo. Comúnmente se le conoce como "Arcos de sitio" o "Acueducto de Zempoala", esta última designación ya que parte del acueducto pasa por ese municipio hidalguense.
Se sabe que la obra se levantó a instancias del Padre Fray Francisco de Tembleque, oriundo de Toledo, España, quien con un grupo de 400 indígenas al mando del maestro en cantería Juan Correa de Agüero decidió llevar a cabo tal empresa entre los años de 1543 y 1560 (no se conocen las fechas exactas del inicio y su conclusión) motivado por la escasez de agua en la región y por el acaparamiento de la poca que existía por parte de los colonos españoles.
La obra tiene una longitud total de 48 kilómetros. Se origina en los manantiales de las faldas del volcán de Tecajete y cruza lomas, cerros, 3 barrancas, poblados y haciendas, hasta llegar a su destino final: La ciudad de Otumba, cabecera del municipio homónimo.
Si bien se conocen por su arcada, más del 90 por ciento del acueducto corre bajo tierra, y solo un 3 por ciento pasa por la arquería que está conformada por 3 puentes; el porcentaje restante pasa a nivel del suelo.
Los 2 primeros tramos que atraviesan las barrancas y son sostenidos por las arquerías, alcanzan unas alturas de 15 metros, conformado uno por 35 arcos y el otro de 14. Pero el que es el más renombrado de todos es el que ocupó el mayor tiempo en su construcción (se aseguran que se ocuparon 15 años de los 17 que ocupó el monumento). Cuenta con un total de 66 arcos y una longitud de 1,020 metros, en su parte más alta alcanza los 38,75 metros de largo, lo que lo hace quizá el acueducto más alto del mundo. Por su altura, magnitud y elegancia, está considerado de mayor categoría y exuberancia que el Acueducto de Segovia, en España.
El Acueducto está propuesto en la Lista Indicativa a ser Patrimonio de la Humanidad de México, como la obra hidráulica mas importante del virreinato.
El Acueducto de Acámbaro: forma parte de las primeras obras de ingeniería hidráulica levantadas al inicio de la época colonial en México. Se ubica en el Poblado de Acámbaro, cabecera del municipio homónimo, en el estado de Guanajuato. Es uno de los acueductos que se conservan en buen estado en todo el país.
Se sabe que la obra fue llevada a cabo por el fraile franciscano Antonio de Bermul, con el fin de dotar de agua a la ya establecida población de Acámbaro, llevando al lugar el líquido desde los manantiales de Tócuaro. La fecha de construcción se sitúa en 1527. El acueducto se compone por una serie de arcos de varios estilos, que llegan hasta un surtidor de agua ubicado en el centro del poblado.
El Acueducto de los Remedios está ubicado dentro del municipio de Naucalpan en el Estado de México, en lo que correspondiera anteriormente al poblado de Los Remedios (y que hoy forma parte de la mancha urbana), se encuentra este monumento que data del periodo colonial y que se pensaba sirviera para llevar agua del ejido de San Francisco Chimalpa a el pueblo de los remedios, alrededor del santuario del mismo nombre.
Se sabe que tal obra fue llevada a cabo en la segunda mitad del siglo XVII, cuando se levantaron los arcos de medio punto, que en total suman 50 y que alcanzan una altura máxima de 16 metros y cubren en total una distancia de 500 metros.
Están elaborados en cantera del sitio labrada en bloques rectangulares y las juntas se realizaron con un mortero de cal y arena; la obra se realizó bajo el mando del maestro Ildefonso Iniestra.
Anterior a los arcos que se levantaron en el lugar, se tiene conocimiento y muestra de que se levantó otra obra que forma parte del conjunto y que se pensó también para llevar agua al poblado de los Remedios, de la cual se concluyó parte en la primera mitad del siglo XVII por órdenes del entonces virrey Diego Fernández de Córdoba; y que consta de una cañería subterránea que llevaría el agua hasta el poblado y la entonces ermita mediante un sifón, cuya ingeniosa decisión e idea para depositar el agua (de la zona baja) hasta ese punto elevado fue la de de realizar dos torres cuyo aspecto tosco y escalonado figuran "Torres de Babel"; éstas fueron diseñadas con la función de almacenar el agua y eliminar el aire de su interior. Actualmente se les conoce de forma local como "los Caracoles".
La obra nunca entró en uso, y actualmente la mancha urbana y sus asentamientos surgidos a los lados de la misma impiden que sean apreciadas en toda su monumentalidad. Hace poco se llevó a cabo un plan de rescate de la obra hidráulica y su alrededor.
El Acueducto de Chapultepec fue el acueducto más antiguo e importante de los que se levantaron para surtir el agua potable a la Ciudad de México. Aunque se conservan los restos del levantado por los españoles, se sabe que ya antes había otro de origen prehispánico; en el año de 1711 y siendo Virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva se ordena la construcción del nuevo acueducto (el cual conocemos por sus restos) y se termina bajo la administración del Virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa hacia el año de 1779. Constaba la obra de 904 arcos trayendo el agua desde los mismos manantiales de Chapultepec, atravesaba la Calzada de Chapultepec y la de Belén, recorriendo una distancia de un poco más de 3 kilómetros y llegando hasta una hermosa fuente ubicada frente a una capilla y plaza. La fuente fue conocida popularmente como "Salto del Agua"
Cuando la ciudad de México-Tenochtitlán empezó a buscar alternativas para abastecer de agua a sus habitantes, se consultó al Rey poeta Nezahualcóyotl hacia 1466, quien ideó la construcción del "aochpango" o acueducto (palabra náhuatl: 'atl, agua; ochpantli, camino y co, lugar, que sería Lugar del camino del agua),1 que constaba de dos vías y que llevaba el agua desde los manantiales del Bosque de Chapultepec, atravesaba las aguas del lago y llegaba hasta la ciudad. Esta ingeniosa obra consistía en que, mientras un acueducto se mantenía en uso, el otro era reparado o se le daba el mantenimiento adecuado. Dicho uso fue descrito por Hernán Cortés al Rey de España en sus Cartas de Relación2
La obra surtió de agua a la capital azteca hasta que el propio Cortés, al mando de su ejército sitió la ciudad hacia 1521 y ordenó tirar parte de esta para bloquear el abastecimiento de agua potable a la ciudad; de igual forma lo había hecho con el resto del sistema hidráulico que habían diseñado los indígenas para el Lago de Texcoco.
Si bien terminada la conquista y durante el periodo colonial se habían levantado otras obras hidráulicas como el Acueducto de Santa Fe, para proveer de agua a los habitantes de la capital del virreinato, en el año de 1711 y siendo Virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva se ordena la construcción del nuevo acueducto (el cual conocemos por sus restos) y se termina bajo la administración del Virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa hacia el año de 1779. Constaba la obra de 904 arcos trayendo el agua desde los mismos manantiales de Chapultepec, atravesaba la Calzada de Chapultepec y la de Belén, recorriendo una distancia de un poco más de 3 kilómetros y llegando hasta una hermosa fuente ubicada frente a una capilla y plaza. La fuente fue conocida popularmente como "Salto del Agua"; dichos monumentos todavía se conservan y están ubicados en el cruce de la calle de Izazaga y el Eje central Lázaro Cárdenas.
Al acueducto se le conoció también de forma polular como los "Arcos de Belén". Se sabe que estas aguas eran para el uso de la población de bajos recursos de la ciudad, ya que eran consideradas como "aguas gordas" (se le consideró una calidad salitrosa); mientras que el "agua delgada provenía del Acueducto de Santa Fe.
A fines del siglo XIX el acueducto entró en desuso y fue derribado. Solo se conservan 20 arcos sobre el camellón central de la Avenida Chapultepec, casi a la altura del metro Sevilla. También se conservan dos hermosas fuentes: La de Salto del Agua y la que se ubica a la altura del Metro Chapultepec.
El Acueducto de Guadalupe: es una obra arquitectónica civil y de ingeniería hidráulica del México Colonial levantada en la zona norte de la Ciudad de México a mediados del siglo XVIII. Está conformado por 2 mil 287 arcos y se extiende en 7 km de longitud3 recorriendo territorio de la delegación Gustavo A. Madero en el Distrito Federal y parte del municipio de Tlalnepantla de Baz en el Estado de México, en éste último de manera subterránea.
Su construcción comenzó el 23 de junio de 1743 y finalizó en julio de 1751 durante el gobierno novohispano del virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo. Su longitud original era de 10 kilómetros y tenía como objeto solucionar los problemas de desabasto de agua en la Villa de Guadalupe al traer el vital liquido desde los manantiales de Azcapotzalco y Tlalnepantla.1 También dotaba de agua a la basílica de Guadalupe y a su convento. Iniciaba en el río de Tlalnepantla y concluía en la caja de agua atras de la Basílica. En la plaza del santuario había una fuente, el área era de una extensión de unos 10 metros de diámetro, y en su centro se levaba una columna con las cuatro partes del mundo cuya cúspide albergaba a una imagen de la virgen de Guadalupe. Su edificación era subterránea hasta la actual avenida Acueducto de Tenayuca (Límites DF-Tlalnepantla) y de éste punto hasta el actual parque del Mestizaje era sostenido por 2,310 arcos de mediana altura que transportaban agua. Algunos elementos de su arquitectura son de estilo barroco como es el caso de su caja de agua ubicada en la actual plaza del Mestizaje. Otros elementos del mismo estilo que conformaban el acueducto eran reposaderos, pozas y fuentes, todos edificados con cantera proveniente del Cerro de Guadalupe.1 Formaba parte de un sistema hidráulico integrado por tres acueductos: el de Guadalupe, Chapultepec y Santa Fe.
En diciembre de 1815, al ser conducido preso hacía Ecatepec para ser ejecutado, el insurgente José María Morelos detuvo su peregrinar para beber agua en la fuente del Acueducto por última vez. El 7 de abril de 1932, el Acueducto de Guadalupe fue oficialmente declarado Monumento histórico de la Nación.
El acueducto de Morelia: es uno de los acueductos más bellos e importantes de México localizado en la ciudad de Morelia, Michoacán. Levantado durante el periodo colonial, a lo largo de su historia sufrió de numerosas remodelaciones y construcciones. Esta es quizá la construcción civil más importante de la ciudad.
El primer acueducto que tuvo la entonces ciudad vallisoletana se levantó poco tiempo después de haberse fundado la misma, por el año de 1549. Se encontraba tal estructura levantada por horcones o terraplenes sobre los que se colocaban o apoyaban las "canoas" de madera (troncos grandes y largos, tallados en su centro en forma de una canoa alargada, de ahí el nombre) unidas por clavos o cuñas de tejamanil, para que el líquido llegara a la ciudad desde la zona Oriente de ésta. La obra desde su comienzo tuvo problemas continuos ya que, debido a su rudimentaria elaboración algunas de las partes tenían que ser reparadas y reemplazadas de forma constante. Otra estructura levantada a finales del siglo XVI, de cal y canto, sustituyó en gran parte a la anterior.
La forma y obra actual del acueducto que ha llegado hasta nuestros días, se levantó entre los años de 1728 y 1730 del siglo XVIII (aunque parte del trayecto seguía conformado por el anterior acueducto aún después de las fechas indicadas), y aún después de terminado se conoce que una parte del mismo se deterioró y sufrió del derrumbe de algunos de los arcos, siendo éstos reconstruidos en gran parte de su trayecto en el año de 1785 del mismo siglo.
Toda la obra fue levantada bajo el mando de Fray Antonio de San Miguel, mediante un edicto promulgado el 21 de octubre de ese mismo año. Esta obra tendría como uno de los principales objetivos el de proporcionar trabajo entre los habitantes y el de llevar el agua a la ciudad, a fin de acabar con el problema de su desabasto entre la población.
El acueducto se conforma por 253 arcos de medio punto que alcanzan su máxima altura de 9.24 metros, cercano a la zona del Jardín Villalongín. Posé 2 cajas de agua, una al inicio, y la otra aproximadamente a 700 metros de la primera. La longitud que tiene es de más de 1,700 metros. El acueducto llevaba el agua hasta el entonces límite de la ciudad, de donde la repartía a través de una tubería subterránea de barro a las fuentes, conventos y casas particulares.
Su uso vio fin en los albores del siglo XX, por el año de 1910. Se restauró en el año de 1998, como una de las muestras de la hermosa arquitectura de la ciudad.

El Acueducto de Chihuahua: es una de los obras hidráulicas levantadas en tiempos de la Colonia cuyo propósito fue dotar de agua corriente a la ciudad de Chihuahua desde uno de los ríos cercanos a ésta.
La obra fue comenzada hacia el año 1751 por órdenes del entonces virrey, Don Antonio María de Bucareli y Ursúa, el Conde de Revillagigedo, llevando hasta la entonces lejana población las aguas del río Chuviscar.
La obra consta de aproximadamente 5 kilómetros de extensión, de los cuales se conservan 4 kilómetros, preservando parte de la arquería original.
Acueducto de Oaxaca: También se le llama "Acueducto de San Felipe del Agua" y fue levantado durante el periodo colonial, cuando la entonces ciudad de Antequera (Hoy Oaxaca de Juárez) requería satisfacer la necesidad de la población respecto al consumo del vital líquido.
Tal obra se construyó en ladrillo y cantera verde (ésta última tan común en la zona); y llegaba hasta la ciudad desde la Sierra Norte, aprovechando los manantiales del lugar, para ser más exactos, en las laderas del cerro de San Felipe. Atravesaba llanos y una barranca para la cual se construyó una notable arquería para salvar el desnivel (y que todavía subsiste). Se sabe que su construcción comenzó a mediados del siglo XVIII y no fue terminada hasta el año de 1751
Los arcos que soportan el acueducto son se medio punto y constaba de una caja de agua en su trayecto final, la cual se ubica a un costado del templo del Carmen Alto. Desde esta caja se distribuía el agua a través de una cañería subterránea a varias fuentes publicas de la ciudad.
El tramo mejor conservado, es el que corresponde a la arquería que pasa por la pequeña barranca de Jalatlaco, y que se le conoce como "La cascada", el cual se remozó el entorno para derle una mejor perspeciva.
El acueducto de Querétaro, es una monumental edificación de 75 arcos que alcanzan una altura promedio de 23 m y una longitud de 1300 m. Este acueducto es símbolo de la Ciudad de Querétaro y el más grande de México. El acueducto esta dividido en tres partes: canal inicial, arquería y canal final.
Este acueducto es símbolo de la Ciudad de Querétaro y el más grande de México.
Aunque la gente considera sinónimos los arcos y el acueducto, en realidad los arcos son sólo la parte visible y espectacular de un largo acueducto, un simple canal oculto y desconocido en su mayor parte.
Se debe al benefactor de Querétaro don Juan Antonio de Urrutia y Arana, marqués de la Villa del Villar del Águila, quien lo mandó construir entre 1726 y 1738 para satisfacer una petición de las monjas capuchinas y llevar agua hasta la ciudad. No sólo puso la mayor parte del capital, sino que él mismo trazó, calculó y sumó sus manos a la obra de docenas de trabajadores. Según la leyenda, él estaba enamorado de una de las monjas y por eso gastó una inmensa fortuna para construir el acueducto.
Desde la segunda mitad del siglo XVII la ciudad de Querétaro se había convertido en una de las poblaciones más prósperas y hermosas de la Nueva España, alcanzando en el siglo XVIII su mayor prosperidad y desarrollo urbano. Sin embargo, la ciudad carecía de un eficaz y saludable servicio de agua potable, pues los viejos canales y cañerías que surtían a la ciudad conducían aguas sucias y malsanas, contaminadas por los obrajes. Las monjas capuchinas, protegidas del marqués don Juan Antonio, debieron exponerle sus quejas sobre la necesidad que tenían de agua limpia para sus menesteres, porque aunque Querétaro tenía sobrada agua del río, le faltaba pureza, limpieza y claridad.
El marqués comunicó su resolución al ayuntamiento, cuyos ediles prometieron ayuda hasta de $25 000, que se proponían recaudar entre los vecinos. El marqués buscó en los alrededores de Querétaro la fuente que había de surtir el preciado líquido. Examinados diversos manantiales, encontró que el más adecuado, por estar su nivel a conveniente altura en relación con el de la ciudad, era el llamado Ojo de Agua del Capulín, por un árbol de ese nombre que ahí estaba, en el poblado de La Cañada. Al principio no era muy grande el caudal de agua que entonces rendía, siendo solamente de un surco; pero después, gracias a las obras que emprendió el marqués, se aumentó la corriente a cuatro mil pajas, cantidad equivalente más o menos a treinta litros por segundo.
Un detenido estudio del terreno, hizo ver a don Juan Antonio que brotaban en aquel punto no menos de dieciocho veneros, entre grandes y pequeños, por lo que el marqués decidió construir una gran alberca o poza para captar en ella el agua que en conjunto producían, y de allí conducirla por canal hasta Querétaro. Esta, de forma muy irregular y, según don Heraclio Cabrera, “carente por completo de belleza arquitectónica”, a pesar de que el marqués adornó su frente principal con una estatua de San Antonio, dentro de un nicho, hoy inexistente. En el lado opuesto, se estableció la toma de agua. Una vez terminada la alberca, se construyó una barda alrededor de ella de bastante altura para protegerla y la llave de su última puerta de ingreso se entregó a uno de los regidores.
Del punto de la toma, arranca el canal de cal y canto, que en sí es obra notable, puesto que medía dos leguas de extensión y, como dice el padre Francisco Antonio Navarrete en su Relación peregrina: “unas veces camina por un lado, otras por el otro lado del camino, unas veces por lo empinado de las cuestas, otras por lo profundo de las quebradas; unas veces dejándose ver sobre los arcos, para pasar lo profundo de los barrancos; otras escondiéndose totalmente a la vista; unas veces corriendo de norte a sur, otras de oriente a poniente…” hasta llegar a donde empieza el acueducto propiamente dicho, que domina la ciudad puesto que salva la extensa hondonada entre la loma occidental de La Cañada y la del convento de La Cruz. Fue precisamente para este convento que se hizo la arquería, para que el agua pudiera llegar por gravedad.
En el año de 1735 llegó por fin el agua a las goteras de la población y tres años más tarde a la caja de agua en la plazuela de La Cruz, en donde habría de distribuirse a las fuentes públicas por diferentes rumbos de la ciudad. Esta caja es el fin y remate del acueducto, consiste en una plataforma que sirve de base a una pila, adosada a un muro de piedra de color rojizo sobre la que resalta la figura de un león de piedra de cuyas fauces brotaba el chorro que la abastecía. En la parte superior el escudo real y coronaba la composición una imagen de nuestra señora del Pilar.
Se dio por terminada la obra el día 17 de octubre de 1738. Su costo total ascendió a $125 000, de los cuales el marqués donó más de $88 000, suma que procedía del caudal de su esposa; lo demás se prorrateó entre los vecinos. Para celebrar dicho acontecimiento se cantó una misa de gracias el 19 de octubre de 1738. Hubo además festejos que duraron no menos de quince días: desfile de carros alegóricos, comedias en el coliseo, paseo de indios, loas, bailes de la maroma, peleas de gallos, cohetes y fuegos artificiales y corridas de toros.
El acueducto esta dividido en tres partes: canal inicial, arquería y canal final:
El canal inicial va de la poza en el manantial de La Cañada hasta los arcos. Este tramo es prácticamente desconocido y está actualmente oculto en parte bajo la carretera de Querétaro a Tequisquiapan o corre junto a ella. Mide unos 5 km .
La arquería del acueducto, los arcos, la parte más famosa y conocida, mide 1300 m de longitud: 74 arcos corren de noreste a suroeste por 1259 metros y 1 arco más, el último, tuerce al oeste-noroeste por otros 41 metros. Corre el caño sobre los 75 arcos de cantería, cuya altura máxima es de 23 metros con una latitud de 13, sostenidos por pilastras de cantera rosa y mampostería, de base en cuadro, con más de 3 metros y medio por lado. Los pilares del acueducto, en el arranque de sus arcos, se escalan en ambos frentes, parecen enormes contrafuertes de la arquería, ya que esta es más angosta que los macizos que la sostienen, lo que le confiere al acueducto un aspecto de ligereza.
El canal final, desde la arquería continúa sobre un muro por unos 430 metros más hasta el convento de La Cruz. Es de mampostería y está oculto entre las bardas de las casa aledañas. Ya dentro del convento existe otro pequeño arco antes de los aljibes de almacenamiento. La fuente o pila del león está otros 170 metros más adelante y es el punto final.
A fines del siglo XIX la llegada del ferrocarril a Querétaro trazó sus vías por debajo de uno de sus últimos arcos. Pocos años después, se decidió cambiar el curso del tren y quitar las vías bajo el acueducto para evitar su deterioro por la vibración.
En el siglo XX, el crecimiento de la ciudad envolvió al acueducto y en su eje corre hoy la Calzada de los Arcos. La Avenida Bernardo Quintana cruza debajo de los arcos 25, 26, 28 y 29; la excavación del paso vehicular subterráneo de los arcos 26 y 28 fue en la década de 1970. La Avenida 20 de Noviembre la cruza en los arcos 67 y 68. Hay retornos en los arcos 7, 44 y 54. El último arco, el que se desvía, cruza sobre la misma Calzada de los Arcos, la cual continúa y cambia de nombre a Zaragoza.
El acueducto se ha convertido en gran atractivo turístico y diariamente cientos de personas lo visitan.
El acueducto de Tepotzotlán: conocido comúnmente como "Los arcos de Xalpa" o "arcos de sitio", es una monumental obra levantada en la época colonial a principios del siglo XVIII, por la comunidad jesuíta que se ubicaba en el cercano colegio de San Francisco Xavier , en el poblado de Tepotzotlán, Estado de México. La obra llevaba el agua desde la sierra de Teptzotlán hasta la hacienda de Xalpa. Debido a la expulsión de la orden a finales del mismo siglo, la obra quedó inconclusa, pero se retomaron los trabajos a mediados del siglo XIX.
Acueducto de Zacatecas: Se le conoce comúnmente como el "Acueducto del cubo". La obra se levantó en cantera rosa que es muy común en el lugar, hacia finales del siglo XVIII, aunque se realizaron trabajos todavía en los albores del siglo XIX, iniciada la vida del México independiente. En el tramo de se ubica a la altura de lo que fue la plaza de toros de San Pedro, se encuentra los arcos que subsisten de la obra, reforzados algunos de estos con arcos botareles.
El acueducto hacía llegar el vital líquido hasta el sitio donde se ubica el monumento al general Jesús González Ortega y de ahí hacia una pila de agua que se ubicaba en la Plaza Independencia, partiendo del tiro de la mina del Cubo, de ahí su nombre popular.
Se sabe que dejó de funcionar hacia el año de 1929. La parte que subsite se conserva como uno de los ejemplos arquitectónicos que identifican a la ciudad


Otra de las aportaciones de los españoles a las obras hidráulicas de México son las:
Presas de Contrafuerte. Las Presas de Contrafuerte fueron las primeras desarrolladas para conservar el agua en regiones donde los materiales eran escasos o caros pero de trabajo era barato. Las presas fueron usadas para la irrigación y objetivos mineros. Como los diseños se han hecho más sofisticados, las virtudes y las debilidades de las presas de tipo de contrafuerte se han hecho evidentes. La presión del agua sobre la corriente inclinada arriba de la cara se añade a la estabilidad de la presa, tanto por su magnitud como dirección. Con el drenaje libre de las fundaciones entre los contrafuertes, la elevación sobre sus bases es considerablemente reducida. La flexibilidad general de la presa puede acomodar el movimiento diferencial de las fundaciones. A no ser que el material de fundación tuviera un escape menor de agua, no debería poner en peligro la presa. Un mínimo de materiales es requerido pero su colocación exacta implica a obreros expertos y costos unitarios más altos. Mientras la construcción está en niveles bajos, el trabajo puede ser sobre encabezado por inundaciones sin daños serios - con ahorros considerables en los trabajos de diversión del río.

Para presas grandes la distribución de tensión en los contrafuertes (de la carga de agua, el propio peso, efectos termales y movimientos de fundación) es compleja y no es conforme a la distribución lineal sobre planos horizontales. Los modelos muestran tensiones extensibles cerca de la cabeza de la fundación de los contrafuertes en el caso de fundaciones buenas - aunque tales acentos no sean evidentes desde el análisis convencional analítico. Los anteproyectos por lo tanto deberían ser complementados por estudios detallados que usan elementos finitos o métodos fotoelásticos. Las presas tipo contrafuerte encuentran uso particular en amplios valles donde la roca sana sería la excepción mejor que la regla. Investigaciones cuidadosas son por lo tanto esenciales en particular si la presa debe ser rígida. Si una presa de contrafuerte es de dimensiones delgadas, sobre todo múltiple arco, y las aguas de inundación deben pasar sobre ella, un examen muy cuidadoso es necesario de los modos posibles de vibración. Lo que no es serio para una presa de gravedad podría ser desastroso para una presa de contrafuerte.

La estabilidad lateral de contrafuertes no es considerada ahora por ser seria excepto en altas presas, pero debería ser comprobada, sobre todo en las áreas sísmicas conocidas. Aquí aparece un caso para estudiar los arcos múltiples de larga longitud en amplios valles. Por ejemplo los arcos serían gruesos, no re reforzados, y construidos por métodos concretos de masas. Hay alcance considerable para el uso por pre-tensión para modificar tensiones dentro de las presas de contrafuerte así como para mejorar su estabilidad
Enrico Martínez y sus Creencias
Este personaje posee características extraordinarias, y es punto de confluencia de intereses y encarnación de sueños.
Enrico Martínez era cristiano, hombre de ciencia y aceptaba la cosmología medieval geocéntrica -a pesar de que la obra de Copérnico, De revolutionis..., se publicó en 1543- Parece que en él se amalgaman características medievales y modernistas de una manera bastante peculiar.
Martínez fue el primer encargado del desagüe de la ciudad de México. Su hipótesis básica consistía en una especie de círculo vicioso: azolve - inundación - relleno - azolve... Decía que el fondo del lago se elevaba por materia arrastrada y depositada por el agua, lo que ocasionaba que una simple lluvia normal inundara las calles de la ciudad; entonces la única solución consistía en elevar el nivel del suelo de la ciudad, puesto que dragar el lago era imposible Y es que el proceso de deforestación en el valle estaba muy acelerado debido, en gran medida, por el uso de la madera como leña y como pilotes para las construcciones; el agua entonces podía arrastrar con suma facilidad la capa de suelo y depositarla en el lago. Se estima que la ciudad española consumía hasta 25 mil árboles por año entre los siglos XVI y XVII sólo para elaboración de pilotes. El otro factor asociado con la deforestación era el uso para la agricultura que se le daba al suelo desmontado. Martínez pronosticaba que la proliferación de ranchos y haciendas traería graves consecuencias para los alrededores de la ciudad; y no era para menos, pues se estimaba una población de mil cabezas de ganado mayor y seis millones de ganado menor hacia finales del siglo XVII
Enrico Martínez veía campos agrícolas entre Chapultepec y Tlalnepantla, zonas donde no hacía mucho tiempo los indios iban a pescar (Musset, 1996:155). Pero él mismo estaba contribuyendo a este proceso de desagüe de los lagos. Su obra no estuvo exenta de dificultades: el canal iniciado en 1607 fue suspendido, aunque consiguió convencer a Felipe II de las bondades del proyecto, a pesar del juicio adverso de Adrián Boot. La diferencia con Boot es, posiblemente, de lo más interesante en términos de investigación histórica.
Adrián Boot, de origen flamenco, fue contratado por Felipe II en junio de 1613. Cuando conoció las obras dirigidas por Enrico Martínez "declaró que todo lo que se había hecho no servía para nada. Según él, el desagüe general, era un error. Era mejor conservar los lagos..." El proyecto de Boot consistía en construir un sistema de diques al estilo de los ya existentes en Holanda. Idea contraria a la de los españoles, por lo que, finalmente, hacia 1616 se decidió en favor del proyecto de Martínez; quien con 110 mil pesos adicionales aseguraba la terminación del canal de Huehuetoca .
Parece que la idea de Boot de "restaurar" la técnica "india" para evitar inundaciones en la ciudad de México no fue bien recibida por los españoles; quizás hirió su sensibilidad, como sugiere Musset . Pero no deja de ser muy interesante la confrontación de dos proyectos con premisas diferentes: el de Martínez que implica un cambio radical de la cuenca y el de Boot que se enfoca a la conservación de las condiciones hidrológicas. Quizás en el fondo la disputa era intrascendente, puesto que la decisión ya había sido tomada por Cortés un siglo antes al decidir la localización de la nueva ciudad española. El evento es interesante en la medida que confronta dos ideas de cómo manejar un recurso natural; y es quizás también el último estertor de una llamada de auxilio en pos de una convivencia, pero que el oído español ha dejado de escuchar desde mucho tiempo atrás.
En 1629, Enrico Martínez temió que las aguas enfurecidas del río Cuautitlán destruyeran el canal de desagüe, por lo que decidió cegar la entrada; entonces las aguas siguieron el curso del sistema lacustre e inundaron a la ciudad por cinco años. El virrey de Cerralvo lo envió a prisión, acusado de negligencia; sin embargo salió libre y es que Martínez era el que más sabía de las cuestiones hidráulicas. Estos eventos muestran la ascendencia que guardaba Enrico Martínez entre sus contemporáneos, y que su "ciencia" era respetada, aun sobre la autoridad del virrey. Otra característica es humana, quizás demasiado humana: ante el diluvio, Enrico Martínez decidió cegar la entrada al canal de Huehuetoca, el que había estado construyendo, ante la sola posibilidad de que la obra sufriese un deterioro importante por virtud de la crecida de las aguas. Si bien puede argumentarse que se trató de una maniobra de preservación del túnel, lo cual podría ser medianamente defendible al considerar la posibilidad de que Martínez previó que de cualquier manera la ciudad se inundaría, y bajo esta circunstancia era preferible conservar el canal que perderlo. Sin embargo, también existe otra posible versión de los hechos: que Enrico Martínez quisiera conservar la obra porque él era precisamente el constructor y el túnel representaba el esfuerzo español de dominio sobre la naturaleza. Había que preservar el símbolo del canal.
Existía otro elemento importante. Desde la inundación de 1555, la Corona intentó cambiar la capital de lugar, ubicarla hacia Tacuba; sin embargo el intento no prosperó. Algo similar ocurrió en 1629 cuando los regidores y religiosos se rehusaron a abandonar sus casas e iglesias; adujeron que era más barato invertir cuatro millones de pesos en terminar el drenaje de la ciudad que perder las propiedades valuadas en 50 millones Adrián Boot, que seguía en la Nueva España, prefirió no emitir juicio alguno en torno a la cuestión
Pero también en la inundación de 1629 apareció una característica hasta entonces nueva. Circularon rumores de que existía un desagüe natural de la cuenca y que los indios sabían de ella; el rumor también refería que la entrada se ubicaba en los rumbos de Pantitlán. En este ambiente de optimismo y pesimismo simultáneos, el capitular Méndez declaraba su confianza en que las aguas del río Cuautitlán podrían desviarse. "Los cobardes y los pesimistas debían aprender de los holandeses o, mejor aún, de los ejemplos de «nuestra historia», cuando Moctezuma I y su pueblo padecieron inundaciones. «Amaban su patria», jamás la habrían abandonado y procedieron con energía a construir diques nuevos. Los españoles, que tenían muchos más conocimientos, podían hacerlo mejor..." . Y bajo este contexto, la presencia y actuación de Enrico Martínez adquieren una mejor definición. De una manera peculiar, Martínez era símbolo de la terquedad española por dominar la furia del agua. Se entraba en la lógica del desagüe, de un modelo importado por los españoles e implementado en el valle de México (Musset, 1996: 159). En cuanto al sentido de "patria" ya aparecen los primeros atisbos de lo que tendrá su clímax a principios del siglo XIX con la guerra de independencia.
Me gustaría agregar que nuestro trabajo se baso principalmente en este blog http://elaguamexicocolonia.blogspot.com/
Y enel trabajo ya elaborado de Tortolero y Ezcurra
http://www.atl.org.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=287:colonial&catid=47:historia&Itemid=477

el agua

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el agua en la epoca colonial